El arte tiene un lenguaje particular, que apela mas a los sentimientos.
Estoy tan metido en este mundo de la ciencia que hice un intento de escribir un libro de cuentos y no me salieron sino cuentos relacionados con nuestro mundo. Para corregir en algo mi forma macarronica de escribir me ayude de una muy buena escritora de guiones para radio.
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Los
sueños de Mary
Es octubre y Mary no ha cumplido todavía los
ocho años. En la sala-comedor coinciden, casi siempre, la comida y
el noticiero de televisión. Hoy papá se ha demorado algo mas de lo
usual en una innecesariamente larga reunión de trabajo y al abrir la
puerta ya el “informativoestelartelevisivo” está por terminar.
-¡Hola papi! - ¡Hola preciosa! –Nos decimos,
y un aluvión de besos me moja la cara y me mejora el día.
-Como tardaste tanto ya Mary y yo comimos.
¿Quieres que te sirva ahora o prefieres darte un baño antes?
-pregunta mi mujer, mientras casi por inercia va camino a la cocina.
-Mejor veo el final del noticiero.
Y no me falló la intuitiva respuesta, pues el
estirado locutor anunciaba en ese instante que el cierre de la
emisión estaba reservado a una noticia científica: la entrega del
Premio Nobel de Física a una eminencia de allende los mares, como
siempre.
-Están hablando del grafeno, Adrián. –comentó
otra vez por inercia mi mujer, como si yo no me hubiera percatado.
-¿Y qué cosa es el grafeno, papi?
Me encantaba que Mary me hiciera esas preguntas
tan impropias de su edad, pero tan propias de la hija de un
científico con más aspiraciones que posibilidades de cumplirlas.
-Grafeno es… como decir lasquitas de un creyón
de lápiz. Y tiene propiedades muy interesantes, amorcito. –Le dije
a Mary simplificando todo lo que pude la respuesta.
-¿Igual que el polvito que me ensucia las manos
cuando le afilo la punta a un lápiz?
-Algo parecido, cariño. -Y como cualquier buen
padre, me enorgullecí de la precoz genialidad de mi hija, que no
había completado aún los ocho años de existencia, pero manipulaba
lápices desde que estaba en preescolar.
“Ya la niña debe dormir,
porque mañana temprano debe ir a la escuela con la mente despejadita
y un lápiz afiladito.” –Le digo mientras la arropo en la cama y
le beso la frente.
-Papi, yo quisiera que te ganaras un Premio
Nobel. –Me dice Mary soñolienta, y yo me enternezco.
Dejo mi imaginación a su libre albedrío, y me
veo el próximo diez de diciembre en la Real Academia de las Ciencias
de Suecia, incómodamente vestido para la protocolar ceremonia a la
cual no es lícito asistir con pulóver y jeans. Debo haber hecho en
beneficio de la humanidad un gran aporte al desarrollo de la Física
-de los que pueden ser posibles para mí aunque yo creyera lo
contrario- porque voy a recibir el non plus ultra de los galardones a
escala planetaria. Y tal vez universal, porque quién sabe si en
otros mundos más allá del nuestro haya existido un Alfred Nobel que
quiso resarcir con un fabuloso Premio los estragos causados por el
mal uso que algunos hicieran y hacen de su más famosa invención: la
dinamita.
Entre el numeroso y selecto público está mi
mujer, que tal vez no haya asistido por inercia a la premiación,
sino porque la Real Academia de las Ciencias de Suecia cursó a su
nombre una pomposa invitación, que hubiera sido un imperdonable
desaire no corresponder. Y está también Mary, que no cabe de
orgullo y contentura en su butaca tapizada en rojo, como si hubiera
crecido muchísimo. Igual que Alicia en el País de las Maravillas,
supongo.
Yo solamente tengo ojos para mi niña, en medio
de tantas personas –más bien personalidades- tan estiradas como el
locutor del “informativoestelartelevisivo”. Y se me ocurre en ese
instante que sería bueno que aquel impresionante salón fuera una
plaza de toros y yo el torero, para dedicarle a Mary la faena
lanzándole mi montera, al estilo de los “mataores” clásicos…
aunque no he simpatizado nunca con tan sádico espectáculo. ¡Las
cosas que logra una imaginación desbocada!
Sé que lo mejor del Premio Nobel que estoy por
recibir no serán los discursos en mi honor, ni la áurea medalla con
la barbuda efigie de Alfredo, yo que nunca he usado ni siquiera la
de la Caridad del Cobre: la Patrona de Cuba, la Virgen Mambisa y unos
cuantos epítetos más que están por endilgarle en estos tiempos de
complaciente apertura. Tampoco lo más extraordinario será la jugosa
suma que acompaña al alto reconocimiento, para que no sea solamente
“moral”, sino también “material”, como hemos ido aprendiendo
poco a poco los cubanos.
Lo que me emociona casi hasta el temblor es
saber que mi niña al regresar a casa, les dirá a todos en su
escuela y en el barrio que su papi ha merecido el Premio Nobel de
Física, no sé bien por qué cosa, pero eso ya tendré ocasión de
imaginarlo. Y pienso en Mary llevándome de la mano de un lugar a
otro para que todos me conozcan, y mi hijita volverá a crecerse como
Alicia, para no caber en sí misma de “sano y justificado orgullo”…
perdonándome la manida frase. ¡Por algo mi niña desea que alguna
vez yo me lo gane!
-Papi, dice mi mamá que a los que ganan ese
Premio les dan mucho dinero. ¿Eso es verdad?
-Sí, mi cielo.- Le respondo saliendo a la
carrera del salón protocolar en Estocolmo, para entrar de nuevo en
el cuarto de mi hija en La Habana.
-Entonces hace falta que te lo ganes pronto,
para cambiar mi bicicleta por una más grande… y pintar la casa que
está un poco fea… y comprarte unos zapatos nuevos porque tus botas
no me gustan… y no tengas que ir al trabajo en una guagua llena de
gente, sino en un taxi para ti solito…
-Si, mi cielo, está bien, pero ahora duérmete,
que es tarde. -Y le doy otro beso en su frente desbordada de sueños,
que no se asemejan a los míos. Porque, definitivamente, Mary se
parece más a su tiempo que a su padre.
Augusto
González y Rosita Pérez López, 2016
Me gusto mucho su cuento profe, muy humano
ResponderBorrarProfe: Conmociona su cuento, muy bueno que apele a los sentimientos también desde la ciencia.
ResponderBorrarQue suerte que su mujer camine y hable por inercia y que Mary se parezca tanto a Ud.como a su tiempo.
Con Rosa Pérez hizo una dupla casi perfecta. Ojalá trascienda.
Por qué no se interesa por colocar los acentos con lo preciosista qué es?
Gracias por tener este blog.
Bonito cuento Augusto. Muchas felicidades.
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